Como psicólogo, he observado en numerosas ocasiones el impacto negativo que puede tener el guardarse las emociones y pensamientos. Muchas veces, las personas creen que al no expresar lo que sienten, están evitando problemas o protegiendo a los demás. Sin embargo, esta contención emocional puede ser perjudicial a largo plazo.
Guardar lo que sentimos no solo crea un peso emocional difícil de llevar, sino que también puede llevar a la acumulación de resentimientos, estrés, ansiedad y en casos más severos, depresión. Cuando no hablamos de lo que nos preocupa, estas emociones no desaparecen; se acumulan, crecen y eventualmente encuentran una salida, a menudo de manera poco saludable.
Por el contrario, hablar y compartir nuestras preocupaciones y sentimientos es un acto de liberación. Al comunicar lo que sentimos, nos permitimos procesar nuestras emociones de manera más saludable. Además, la comunicación abierta y honesta fortalece nuestras relaciones, mejora la comprensión mutua y nos ayuda a construir un entorno de apoyo.
En mi experiencia clínica, he visto cómo simplemente el acto de hablar puede aliviar una carga emocional significativa. No se trata solo de que los demás comprendan nuestras preocupaciones, sino también de que nosotros mismos encontremos claridad y alivio en el proceso.
Si sientes que hay cosas que has estado guardando, te animo a que encuentres un espacio seguro para expresarlas, ya sea con un amigo de confianza, un ser querido o un profesional de la salud mental. No subestimes el poder de hablar y compartir. Es un paso esencial hacia una vida emocionalmente saludable y plena.